Ser policía, entre el deber y el olvido…

Hoy y desde hace muchos años la inseguridad ha sido una de las grandes preocupaciones de todas y todos los mexicanos. El pasado 22 de abril de 2025, el INEGI publicó los primeros resultados de la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana[1] donde se concluyó que en nuestro país 6 de cada 10 personas consideran inseguro el lugar en que viven. 

Hoy la principal estrategia para combatir la inseguridad se centra en el fortalecimiento de la Guardia Nacional y las Fuerzas Armadas[2] ¿Y la policía? ¿será que la visión a largo plazo no contempla dejar de usar la milicia para devolver completamente la seguridad a las instituciones civiles?, esto no es una suposición sino una conclusión a la que la propia Estrategia Nacional de Seguridad Pública (2024) nos lleva. Las policías del país pasan a un segundo plano. Todo se enfoca en el fortalecimiento de aquellos dos cuerpos castrenses.  

Parece ser que la principal razón para marginalizar a las policías ha sido que estas se encuentran cooptadas por el crimen organizado o que están plagadas por la corrupción. Se ha ensalzado tanto la figura de la milicia y la Guardia Nacional desde la tribuna política que se ha creado en el imaginario colectivo una idea de que la única dependencia que merece la confianza de la ciudadanía son los cuerpos militares, cómo si los principios del Estado de Derecho y las democracias modernas hayan quedado en el olvido y la nueva legitimidad de un Estado se construyera solo a partir de las instituciones castrenses…nunca de las civiles. 

Según la misma Encuesta Nacional de Seguridad cuando a la gente se le pregunta si confía en su policía, 5 de cada 10 personas responden que no, que son ineficientes, que los cuerpos más eficientes son el ejército y los marinos. Sin embargo, de esas 5 personas que calificaron negativamente a los cuerpos de seguridad solo 1 afirma haber tenido contacto con algún policía. Es decir, no es que hayan sido testigos de un trabajo ineficaz o de algún acto de corrupción, sino que en su mayoría es un problema de percepción. 

Se ha ensalzado tanto a los cuerpos castrenses desde cada mañanera que en el imaginario colectivo se ha creado una idea de que los cuerpos de policía son insalvables. Me pregunto si alguno de los encuestados se ha puesto a pensar realmente cuales han sido las causas de origen que nos han llevado a tener una policía tan deteriorada. Creo que la principal causa está en la despreocupación que desde el poder se ha tenido por mejorar el aspecto humano del policía.

Todos los días el policía sale a cumplir un servicio sin la certeza de saber si podrá regresar a casa, es un trabajo de riesgo permanente. Tenemos parado en la esquina o a bordo de una patrulla a un servidor público a quien le exigimos que entregue la vida si es necesario a cambio de mi protección. ¿Qué le da el Estado Mexicano a cambio de ello? 

El Estado (y el pueblo) pide todo eso a cambio de un infortunado salario promedio de $7,860 pesos mensuales, es decir, tenemos policías “en situación de pobreza[3]” si tomamos en cuenta que según el CONEVAL una familia que recibe menos de $13, 133 pesos mensuales se encuentran en ese status. 

Se les exigen jornadas en promedio de 62.6 horas semanales en lugares donde muchas veces no se tiene acceso a, por lo menos, un baño o algún lugar donde calentar sus alimentos. 

Se les exige que conozcan protocolos en materia de niños, niñas y adolescentes, personas de la comunidad LGBTTTIQ+, personas indígenas, perspectiva de género, detenciones, derechos humanos, primeros auxilios, etc, teniendo una escolaridad promedio de preparatoria trunca a nivel nacional. Esa es la realidad de nuestra policía mexicana. 

Mientras sigamos limitando el discurso de las policías al “son corruptos”, “son ineficientes” sin atender las razones de origen del problema seguiremos queriendo tapar el sol con un dedo. 

La seguridad no se resuelve con más patrullas, con más militares, con más elementos en las calles que en lugar de generar confianza imponen una visión autoritaria y no de cercanía. La seguridad se empieza a recuperar mejorando las condiciones humanas de sus integrantes pero mientras no seamos capaces como ciudadanos de exigir eso, seguiremos saliendo todos los días con miedo y seguiremos creyendo en cualquier política improvisada que desde el poder nos quieran vender. Al tiempo. 

Pedro E. Escamilla Nava

[1] https://www.inegi.org.mx/app/saladeprensa/noticia/9805

[2] Esto se concluye a partir de la lectura de la Estrategia Nacional de Seguridad Pública de 2024. Disponible en: https://www.gob.mx/sspc/articulos/estrategia-nacional-de-seguridad-publica?idiom=es

[3] https://www.coneval.org.mx/SalaPrensa/Comunicadosprensa/Documents/Lineas_de_pobreza.pdf